Si una cosa es
cierta, es que el hecho de abordar el problema de las drogas en un hijo es muy
difícil, ya que ellos van a negar por todos los medios su adicción. No tienen
dificultad en mentir, es más, esta actitud forma parte de esa mentalidad creada
como consecuencia de la drogodependencia. Por lo tanto, ¿qué hacer en una
situación como esta?
Ante todo, y como
aspecto importante, el clima familiar ha de ser lo más sereno posible, evitando
así comportamientos hostiles por parte de los padres. No es conveniente
recriminar, acusar, quejarse y criticar, ya que, probablemente, se produzca una
hostilidad recíproca. Es importante que los padres mantengan conversaciones de
manera seria con el hijo, ofreciéndole así confianza y no miedo. Comprender a
la persona que tiene en el problema es realmente importante, aunque no se
comparta el hecho de que consuma drogas.
Por otro lado, es
esencial que el hijo sea consciente de la gravedad que su problema conlleva
tanto para él como para los que le rodean y, sobretodo, debe saber las
consecuencias que le pueden surgir en el futuro si sigue adoptando esa actitud.
Por último, y personalmente,
creo que en cuanto a los padres de hijos drogadictos, uno de los objetivos
primordiales es hacerle ver al hijo que el problema es suyo. Los padres deben
de ser quienes faciliten los medios necesarios para que la rehabilitación sea
adecuada, ayudándolo y apoyándolo, pero, sobretodo, tener en cuenta de que
quien debe tomar la decisión de abandonar la droga es el propio consumidor.